Cuando planeamos un viaje o salimos de vacaciones, lo último que nos imaginamos es un contratiempo que pueda arruinar nuestra diversión. Pero existen.
Vuelos retrasados, pérdida de equipaje, todos son contratiempos bastante molestos, pero ninguno es tan problemático como presentar enfermedades o problemas de salud durante el viaje.
En Compara queremos que tengas vacaciones incomparables este verano. Por eso, decidimos crear esta guía sobre los 5 problemas de salud más comunes de los viajeros chilenos y darles una solución, para que ningún malestar arruine tu descanso!
Intoxicación estomacal: ¡cuidado con lo que comes!
Uno de los problemas más comunes al salir del país es el sentir dolores estomacales, ya sea por comida que no estamos acostumbrados a consumir o por las diferencias en la composición del agua potable en otras latitudes. Una intoxicación estomacal es de esos dolores que nos puede dejar sin vacaciones, pero que es bastante fácil de prevenir.
¿Cómo prevenirlo?
Lo más importante para prevenir este problema de salud es fijarte en lo que consumes. Uno se conoce a sí mismo, y sabe por experiencia qué cosas le sientan mal al estómago. Por eso, evita cualquier alimento que no consumirías en circunstancias normales porque “te cae pesado”.
Sumado a eso, si tienes una digestión sensible, te recomendamos esquivar los alimentos crudos o demasiado sazonados, especialmente si fueron aliñados con productos que nunca has probado o que no estás acostumbrado a consumir ¡Tu organismo puede resentirlo!
Además, es importante que tengas a mano agua mineral embotellada para consumir. En otros países (e incluso en otras regiones de Chile) el agua tiene componentes diferentes, así como niveles variables de sodio o flúor. Esto provocará un desbalance en tu estómago.
Me siento mal, ¿qué hago?
En caso de tener dificultades estomacales, lo primero y más importante es dejar de comer cualquier alimento y suprimir las comidas. Conseguir agua mineral y beberla en abundancia ayudará a no deshidratarte, en especial si presentas vómitos, diarrea o fiebre.
Asegúrate de guardar reposo en el hostal o hotel donde te encuentres alojando. Ingiere sólo alimentos livianos al menos durante 48 horas y consigue medicamentos que calmen el dolor y recubran el estómago antes de comer, te ayudará a fortalecer el sistema digestivo antes de regresar a una dieta normal.
2.- Mal de altura: la famosa “puna”
Chile y nuestros países vecinos del altiplano están llenos de parajes maravillosos a miles de metros sobre el nivel del mar. Recorrer los caminos del Inca y el desierto puede ser una experiencia mística, pero tiene su peligro: el mal de montaña.
En cualquier lugar alto en el que te encuentres, te puede pillar la conocida “Puna”. Sus síntomas son fuerte dolor de cabeza, mareos, náuseas, dolor muscular e incluso bajas súbitas de presión.
¿Cómo prevenirlo?
Si sabes que irás a un lugar por sobre los 2500 metros de altura, preocúpate de comer de forma abundante al menos 4 horas antes de ir. Privilegia los carbohidratos simples y las proteínas e hidrátate con agua. Nunca bebas alcohol.
Otra forma sencilla de evitar contraer la “puna” es dormir de forma tranquila y prolongada antes de viajar. Asegúrate de llegar con tus 6, 8 o hasta 10 horas de sueño al lugar en altura.
Por último, un consejo sobre la altura: programa tus ascensos para que no sean súbitos. Es recomendable pasar dos días en una altura determinada antes de subir más, de lo contrario, el cuerpo no se aclimatará a la diferencia de presión y los síntomas de la puna se agudizarán.
Me siento mal, ¿qué hago?
En caso de contraer el mal de altura, el primer paso para combatirlo es reposar al menos dos horas en la altitud en la que te encuentras. No continúes ascendiendo y pasado ese tiempo, desciende al menos 400 metros.
Una vez abajo, hidrátate y consume alimentos livianos y ricos en azúcar y carbohidratos. Además, ten en cuenta que en las regiones con altura existen muchas hierbas medicinales o infusiones, como el té de Coca, que pueden ayudarte a aclimatar tu cuerpo, calmar tu musculatura y combatir los síntomas.
3.- Fiebre amarilla, Malaria o Dengue: enfermedades exóticas
Estos males son bastante poco comunes en los chilenos, pues corresponden a enfermedades que no se encuentran naturalmente en el país. Por lo tanto, revisten un riesgo adicional, pues los síntomas, tratamiento y consecuencias son más bien desconocidas para nosotros.
¿Cómo prevenirlo?
Aquí es donde informarse sobre el destino que visitarás toma un rol fundamental. Existen países donde esta enfermedad es un peligro real, y no son lugares tan exóticos como crees. En varias regiones de Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil o Colombia podrás encontrar estas enfermedades.
De hecho, muchos de estos países exigen vacunas obligatorias contra estos males antes de viajar, inyecciones que por supuesto te recomendamos aplicar antes de ir a estos lugares, en especial si las regiones que visitarás son húmedas, calurosas y tropicales.
Ten en cuenta, además, que estas enfermedades son transmitidas por insectos, por lo que buscar repelentes para el cuerpo y mallas mosquiteras es una buena idea, más aún si tu aventura será del tipo “outdoor” y estarás en contacto con la naturaleza.
Me siento mal, ¿qué hago?
Estas enfermedades son problemas de salud graves, que pueden resultar fatales si no son tratados a tiempo. Por lo tanto, el mejor consejo en caso de presentar fiebre, baja de presión, vómitos y dolor muscular fuerte es visitar inmediatamente un médico.
Como tip extra, te recomendamos no tomar analgésicos para aliviar el dolor. Puede parecer un contrasentido, pero al ser vasodilatadores (que estimulan la circulación) pueden producirte hemorragias, en especial en el caso del Dengue.
4.- Insolación y deshidratación: un clásico de las playas
Un malestar común en lugares soleados, como las playas, es la deshidratación y la insolación. Aunque este mal no ataca sólo en las tardes para broncearse, sino también en las excursiones, trekking, subidas a montaña y todo lugar que te exponga de manera prolongada al sol.
Sus síntomas son ojos irritados, dolor de cabeza, náuseas, dolor de estómago y, por supuesto, piel quemada, que puede traernos gran dolor e irritación.
¿Cómo prevenirlo?
Suena repetido, pero es fundamental hidratarse antes de estar expuesto al sol por largos periodos de tiempo, pues perderás mucho líquido en tu transpiración.
Además, es necesario usar un bloqueador solar potente, sobre factor 35, incluso si tu piel es morena y no eres propenso a quemaduras. Aplícalo después de una ducha en todo tu cuerpo, no sólo en los lugares expuestos.
Combina esto con lentes oscuros, ropa cómoda, fresca, y un gorro que cubra tu cabeza de los rayos del sol, pues si se recalienta tu cabeza, puedes experimentar mareos.
Me siento mal, ¿qué hago?
Si te agarró la insolación o deshidratación, lo primero es reposar a la sombra. Refresca tu cuerpo mojando tu cabeza y bebiendo agua. No consumas líquidos con azúcar ni demasiado fríos, pues el cambio repentino de temperatura puede traerte dolor estomacal.
Después de reposar, utiliza una crema analgésica para la piel en las zonas quemadas durante los próximos días, pues sentirás el ardor en tu piel. En cuanto a la deshidratación, también es recomendable comer alimentos frescos, ricos en agua y evitar a toda costa las masas, alimentos procesados con azúcar, cafeína y alcohol.
5.- Jet lag: el terror de los viajes largos
Esta es una enfermedad que, hace algunos años, nadie se tomaba muy en serio. El jet lag o “síndrome de desfase horario” se origina durante viajes largos al otro lado del mundo. Justamente, el cambio brusco de zona horaria despista nuestro reloj biológico, modifica nuestra rutina y provoca diversos malestares.
Si al hacer un viaje largo en avión comienzas a sentir problemas de circulación, dolor de cabeza, irritabilidad, insomnio e incluso náuseas o diarrea, estás sufriendo de jet lag.
¿Cómo prevenirlo?
Existen varias medidas previas a un viaje que pueden salvarte de sufrir el desfase horario. La primera es dormir de manera tranquila y prolongada antes del viaje. Procura no carretear antes de viajar, privilegia los vuelos que no sean de madrugada y no consumas cafeína ni alcohol antes de subirte al avión.
Otra manera de evitar el jet lag es caminar por los pasillos del avión durante el vuelo. Mantenerse inmóvil en el asiento puede provocar un estancamiento en la circulación sanguínea que deriva en jaquecas y dolores musculares.
Además, se recomienda ajustar tus horas de sueño al lugar de tu destino durante el viaje. Por ejemplo, si vas a llegar al país en horas de la mañana, te convendría dormir mientras vuelas las 8 horas previas a aterrizar.
Me siento mal, ¿qué hago?
Si no tuviste fortuna previniendo el desfase horario y ya te agarró el jet lag, es importante que mantengas una actitud relajada al llegar a tu lugar de destino. Por muy obvio que parezca, las situaciones de estrés agudizarán tu malestar.
Sin importar tu itinerario de viaje, dedica el primer día a descansar y relajarte, pero no encerrado en el hotel. Intenta tomar aire fresco y luz solar, de esta forma el cuerpo reconoce el momento como “día” y recarga energías para dormir en la noche.
Evita reuniones, salidas a terreno o panoramas nocturnos durante tus primeras horas. Dale a tu cuerpo el espacio para aclimatarse al nuevo horario.
Además, si sufres de jet lag, te conviene privilegiar una dieta liviana y preocuparte de dormir mucho antes de iniciar tu jornada. Un buen desayuno también es importante, pues tu cuerpo quemará energías extra para adecuarse al nuevo horario.
Por último, procura realizar ejercicios de elongación fuertes después de bajar del avión. Liberarán endorfinas, que te permitirán combatir la irritabilidad y además, te permitirán mejorar la circulación sanguínea y “sacarte el viaje”.
No te hagas problema por gastos médicos: ¡Contrata un Seguro de Viaje!
De más está decir que ninguno de estos consejos reemplaza la opinión de un médico. Si padeces cualquiera de estos problemas de salud, es fundamental que consultes con un especialista para evitar contratiempos mayores.
Eso si, es importante tener en cuenta que las consultas médicas en el extranjero pueden costar muy caras. Una visita a un médico general en países como Estados Unidos o México pueden alcanzar los 300 dólares.
Por eso, es fundamental contratar un Seguro de Viaje que te brinde coberturas médicas. De esta forma, estarás protegido y serás reembolsado por cualquier gasto en consultas o medicamentos que puedas necesitar durante tus vacaciones.
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