Es muy posible que alguna vez te hayas confundido cuando te han hablado de un Crédito Hipotecario y de una hipoteca, por el parecido entre estos conceptos. En efecto, en ambos casos se trata de un préstamo de dinero, normalmente con intereses, que debes pagar al cabo de un tiempo. Sin embargo, existen tres diferencias muy importantes que deberás tener en cuenta, en especial si estás pensando en solicitar alguno de ellos.
Garantía
En un Crédito Hipotecario el deudor responde en general con todo su patrimonio, pero a su vez el prestamista no tiene preferencia alguna sobre ninguno de los bienes que lo integran. En otras palabras, en caso de incumplimiento y de que sea necesario un juicio, todos los activos del demandado van a una especie de fondo común, que se reparte proporcionalmente entre todos los acreedores, que usualmente no recuperan toda la deuda. Por el contrario, en los créditos hipotecarios el préstamo está garantizado con un bien inmueble determinado, sobre el cual el acreedor tiene preferencia. Así, si se va a juicio, la propiedad es rematada y con lo que se obtenga se pagará primero al beneficiario de la hipoteca.
Registro
Para que un crédito sea válido, basta que conste por escrito, en un documento privado. Por el contrario, para que un acreedor pueda hacer valer la garantía hipotecaria, el respectivo contrato debe haber sido otorgado por escritura pública ante un notario, y luego ésta debe inscribirse en el Conservador de Bienes Raíces que corresponda según la ubicación del inmueble que se da en garantía. Si esto no se hace, el préstamo pasa a ser un crédito común, sin preferencia alguna.
Plazos y tasas de interés
Desde el punto de vista práctico, una de las consecuencias de estas diferencias es que si vas a solicitar un préstamo para adquirir una vivienda, por ejemplo, el banco no te otorgará un simple crédito, sino que te exigirá que constituyas a su favor una hipoteca sobre ésta. Sin embargo, ello tiene sus ventajas. En efecto, normalmente se concede por un plazo mayor y las tasas créditos hipotecarios suelen ser menores a la de un simple crédito.
En conclusión, una hipoteca debe cumplir ciertos requisitos que no posee un simple crédito, además de que brinda al acreedor una preferencia y a su vez el deudor obtiene a cambio mejores condiciones.
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