Quién no ha querido comprar algún artículo codiciado o pagarse un viaje a lugares exóticos. Un crédito de consumo es una alternativa viable para lograr esos pequeños gustos que uno se quiere dar a un precio razonable.
Un crédito de consumo, al igual que las tarjetas de crédito, invierte el esquema, en vez de ahorrar, gastas y luego pagas. El ahorro se sustituye por el pago en cuotas mensuales que se deberán abonar a la entidad que prestó el dinero. Obvio, existen costos para todo ello, será el interés que se pague por el monto solicitado.
Dichos créditos podrán ser afectados o no afectados, según sea el caso de permitir destinar el dinero a una compra o refacción en particular, o efectuar el gasto libremente.
Al solicitar el crédito de consumo – lo cual puede llevarse a cabo en entidades bancarias o financieras, incluso online – deben contemplarse algunas variables importantes. El costo del crédito no solo estará dado en función del interés, que suele variar en función del plazo. También inciden los gastos extras que su concesión acarrea. Gastos administrativos, impuestos y seguro de vida sobre el monto adeudado deben adicionarse al valor de la cuota mensual.
Como regla general, nunca ha de tomarse un crédito de consumo por un plazo mayor a la vida útil del bien a adquirir. Si se trata de un viaje, debería cancelarse el total antes del próximo planeado. También se debe eludir el sobreendeudamiento, lo que usualmente sucede con los créditos permanentes.
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