Unos 400 artesanos –de los mil que trabajan en el rubro de la greda– resultaron afectados tras el terremoto del 27 de febrero. 190 hornos para cocer la greda y cientos de cacharros terminaron destruidos. Pomaire más que localidad turística parecía un cementerio de cerámica.
Pero con esfuerzo, los trabajadores han levantado en estos pocos meses lo que se les vino abajo. Algunos con apoyo de terceros y otros por su propio empeño, construyeron nuevamente sus hornos de barro, sus vitrinas, sus galpones y sus restaurantes de comida típica. Pomaire hoy vuelve a ser conocido por su greda y sus empanadas de kilo.
Los turistas pueden encontrarse con el pueblo a 40 minutos de Santiago, camino a Melipilla y encajonado entre los cerros y la carretera. Es un lugar encantador por sus calles angostas de tierra y adoquines, que permiten recorrer a pie los puestos de artesanía y gastronomía, y dejan ver las pocas casas típicas de fachada de adobe que quedaron tras el sismo.
Además, los visitantes pueden ver cómo trabajan los artesanos, cuya práctica en greda se conserva desde la época de la Colonia y se ha transmitido de generación en generación. La artesanía más típica que se puede encontrar en sus vitrinas son los cacharros, los chanchitos de alcancía y los maceteros y platos de greda, todos a precios convenientes para los viajeros.
Y si de gastronomía se trata, existen variados restaurantes con parrilladas, pasteles de choclo, humitas, cazuelas de ave y pavo, perniles con puré picante y por supuesto las famosas y enormes empanadas de kilo. O de medio kilo, si al turista le parece mucho.